Autor y año de redacción:
Héctor Luis Conesa Hernández. 2013
Héctor Luis Conesa Hernández. 2013
Título del artículo
"Hacia una definición de la forma orgánica arquitectónica"
Palabras clave
Arquitectura orgánica, naturaleza, Behrendt, curva libre, continuidad,
escala, forma orgánica, Senosiain
Resumen
Durante la segunda mitad del siglo XX, aparecieron una serie de
iniciativas singulares en la arquitectura doméstica donde la característica
común fue una inusual concepción formal. Frente a la forma ortogonal de los
edificios del movimiento moderno y nuestro actual parque arquitectónico
heredado, crecieron de manera dispersa, por todo el mundo, pequeños edificios,
donde su forma última estaba trazada por la suma compleja de diferentes
curvaturas.
Las formas curvas observadas huían de la tradicional semejanza a las
bóvedas, cúpulas y paraboloides hiperbólicos.
La curva se desarrollaba de manera tan libre como encontramos en las
formas geológicas y biológicas existentes en la naturaleza.
Tras la fascinación que puede suscitar lo peculiar de estas formas, el
presente trabajo inicia un rastreo de su origen y concepción, en la búsqueda de
una aproximación a un mayor entendimiento de los espacios y formas resultantes.
Para finalmente reconocer una serie de cualidades que convierten este fenómeno
disperso en un sentir arquitectónico y humano genuino, tan consistente como los
variados movimientos arquitectónicos que han jalonado la historia.
Para ello, se analizan una serie de ejemplos y se recolectan algunas
características comunes, así como múltiples adjetivos y referencias, de autores
y pensadores, a la necesidad de concebir la arquitectura, desde el diseño con
curvas, como una arquitectura más cercana al ser humano y más amable con su
entorno.
La concepción orgánica de la llamada arquitectura orgánica, abanderada
en el siglo XX fue nuestro punto de partida y la obra de Javier Senosiain,
ejemplo paradigmático, nos dio, inevitablemente, la pauta final para entender
que conceptualización y forma iban a coincidir en un mismo término: La forma
orgánica arquitectónica.
Artículo
Introducción
En franca oposición al estilo
internacional y a las formas paralelepipédicas del movimiento moderno se
esgrimió una cruzada contra la línea recta y lo ortogonal durante los años
sesenta, que duraría hasta los días de hoy. Desde los revolucionarios franceses
del GIAP 1 hasta la arquitectura orgánica norteamericana y toda una
serie de actuaciones diseminadas por todo el mundo, encontramos un recordatorio
incesante de la arquitectura de la curva. Y no cualquier curva sino la curva en
su máxima expresión, desprovista de imposiciones geométricas y muy ligado al
entorno doméstico: la curva libre.
La visceralidad de la casa sin fin de
Kiesler. La roca ahuecada de André Bloc. Los monocascos de base circular de
Pascal Haüsermann. El entorno convertido en arquitectura de Jacques Couëlle.
Las esferas “bubbles” de Antti Lovag. El amplio repertorio de curvaturas de
Daniel Grataloup. La libertad sin límites de Jean-Louis Chanéac. La forma
amorfa de Balkrishna Doshi. Los espacios
casi geológicos de Jacques Gillet y Felix Roulin o de James Hubbell y DrewHubbell. El fluido viscoso o gota sólida de Eisaku Ushida y Kathryn Findlay.
La arquitectura orgánica de JavierSenosiain.
La experiencia psicológica de cobijo y de relación con la naturaleza,
tanto humana como paisajística, que remiten estos espacios, invita a tomarnos
en serio su estudio.
Dada la coincidencia en la manera de explorar la forma en todos estos
casos, se hace necesario dotar de una terminología que refleje esta realidad. Ello
abriría un reconocimiento de este sentir arquitectónico genuino y lo dotaría de
un denominativo, para poder ser considerado como objeto de estudio profundo.
¿Existe un término para referirse a este tipo de arquitecturas de la
curva?
Materiales
y métodos
La investigación se inicia, explorando bibliografía histórica
relacionada con la arquitectura orgánica y los ejemplos encontrados y
bibliografía filosófica relacionada con los fundamentos del espacio
arquitectónico.
Fruto de esa observación, análisis y relación de significados se
recolectan las características más comunes, así como múltiples adjetivos y referencias
a la necesidad de concebir la arquitectura desde el diseño con curvas como una
arquitectura más cercana al ser humano y más amable con su entorno.
Finalmente, en el marco de los diferentes vocablos vertidos por
arquitectos y pensadores, se propone un término, que mejor se ajuste para
describir la realidad conceptual y tectónica de este tipo de arquitecturas.
Desarrollo
De la naturaleza a la arquitectura orgánica
Si bien el origen de la palabra
orgánico remite a la biología, a la naturaleza, muchos arquitectos del siglo XX
han usado este término, precisamente, para describir una concepción de la
arquitectura basada en la imitación del comportamiento de esta naturaleza (biónica)
y de sus formas resultantes, así como en la relación con el entorno
paisajístico donde se circunscribe y el uso de materias primas poco
transformadas (bioconstrucción).
El término “orgánico” aplicado a la arquitectura aparece la primera vez
en París en el año 1863, Wright lo enfatiza en su declaración de independencia
en 1939 y, a partir de 1943 se
hacía posible indicar, en el ensayo “Hacia una arquitectura orgánica”, el
significado del término “orgánico” en la historia de la arquitectura 2.
Lo orgánico, en el sentido de Sullivan
y de Wright es una protesta contra la personalidad disociada 3,
una reivindicación de lo integrado e integral. Y Aalto hace una distinción
revolucionaria al reivindicar, por primera vez, una visión espacial global y
orgánica del edificio frente al funcionalismo que separa sus elementos
integrantes 4.
El término orgánico se ha seguido
usando durante la segunda mitad del siglo XX hasta dar lugar, incluso, a la
asociación norteamericana internacional de arquitectos y artistas Friends of
Kebyar 5.
Alberti afirmaba que un edificio es
casi como un animal, en el que la forma se desarrolla desde dentro hacia el
exterior 6. y Siefried Giedion reconoce la existencia de una
concepción orgánica frente a otra geométrica 7.
Los ejemplos mencionados, al inicio del
artículo, parten siempre del reconocimiento de la naturaleza, a la vez que son
concebidos también como organismos que crecen y se adaptan a su entorno, en un
sentido proyectual.
Behrendt habla, en su manifiesto
orgánico, de arquitecturas que gozan de
la multiformidad, de la armonía con la naturaleza, producto de sensaciones
intuitivas de formas irregulares y dinámicas, de la belleza razonable. Así
como se refiere a la forma que sigue a la función y de la estructura que crece siguiendo su vocación individual, según un orden
específico dictado por las funciones y por el contexto, igual que una planta o
que cualquier otro organismo vivo 8. Esta afirmación entra en
directa coherencia con la definición que hiciera Norberg Schulz sobre la pared
arquitectónica, como frontera o lugar de
reunión de las fuerzas interiores y exteriores de uso y espacio 9.
Fuerzas que no son otras que la naturaleza del entorno y la naturaleza del
habitante.
El reconocimiento a la naturaleza es la
base de una concepción orgánica de la arquitectura.
Las arquitecturas, objeto de esta
investigación, constituyen, en su complexión y proceso constitutivo formal una
evolución de la conceptualización de la llamada arquitectura orgánica. Basadas,
en una concepción orgánica, acaban por conformarse como formas orgánicas.
Herederas de la arquitectura orgánica, dan una continuidad y evolución al
término arquitectura orgánica, dando lugar a la curva. Y basadas en los
principios de asimetría y funcionalismo del movimiento moderno, esa forma curva
huye de figuras geométricas reconocibles y es finalmente forma curva libre. Es
la misma forma curva libre que se desarrolla en los procesos naturales
biológicos y geológicos, donde no existe discontinuidad ni ruptura entre cada
porción de la forma. La concepción naturista, y por tanto, eminentemente
antropológica de la forma arquitectónica nos va a llevar a la forma curva
libre.
De la naturaleza a la curva
Pearson, claro exponente de la
arquitectura orgánica norteamericana actual, reivindica que la forma de un edificio debería (…) fluir
con las fuerzas de la naturaleza, no oponerse a ellas, que los flujos de las
fuerzas naturales se traducen en formas arquitectónicas curvilíneas, cíclicas y
orgánicas que, por consiguiente, derivan de un modo natural de la sentencia «la
forma sigue al flujo 10. Así como Senosiain, proclama
abiertamente que la respuesta arquitectónica a la naturaleza se encuentra en la
curva. Desde lo geológico de los primeros refugios trogloditas hasta lo
biológico. La naturaleza conoce muy bien
los principios de consistencia dados por la curvatura, y los aplica para
proteger la vida con un mínimo de material 11, dice.
Hugo Häring declaraba de la vivienda
que uno debía sentirse como el habitante
interno de un organismo, (…), como morador simbiótico, que toma y recibe de un
enorme claustro materno fósil 12 y Jacques Couëlle repetía que en la naturaleza no hay ángulos rectos y que
la línea recta no forma parte del comportamiento humano 13.
Parece inevitable que es desde la
valoración de la naturaleza y desde un sentir arquitectónico orgánico, desde
donde se estaba preparando el camino para la aparición definitiva de este tipo
de arquitectura de la curva.
El límite intermediario o frontera
entre lo exterior y lo interior es el que se hace eco del requerimiento
ergonómico y del requerimiento entorno: la envolvente. Al final, si somos
precisos a esa puja por la forma lindante del exterior y del interior, lo
coherente es concluir que el resultado será una envolvente cuya forma
indefinida se adapte libre y consecuentemente a tal complejidad y diversidad de
fuerzas, una forma libre, una forma curva. A Johansen le hubiera gustado que
las paredes fueran elásticas y que se pudieran adaptar a nuestros humores y
comportamientos 14. Senosiain se refiere a la casa como el vientre materno y el refugio de los
animales 15. Heidegger habla de la concavidad ahuecada que ha de protegernos 16 y Norberg-Schulz
del lugar como algo básicamente redondo y centralizado 17.
La envolvente curva ofrece el máximo espacio con la mínima superficie
envolvente. El “menos es más” de Mies, precisamente desde una concepción
formal, daría como resultado, no planos, sino superficies curvas.
Si la naturaleza en relación con el ser humano habitante apela al sentir
de la llamada arquitectura orgánica, también e inevitablemente, apela a lo
curvo.
La
curva libre
La intermediación de esa forma curva y libre queda magistralmente
representada con la curva libre de Bézier-De Casteljau, frente a las curvas
geométricas, como la elipse o la parábola. Es la forma libre 18
tridimensional que contrapone Senosiain a las formas curvas arquitectónicas
reconocibles geométrica e históricamente. Es la curva que ni es la cúpula, ni
la bóveda de Manrique, Carola, Khalili o Hundertwasser, ni el paraboloide
hiperbólico de Saarinen o Candela. Formas, éstas, que presumen de ser curvas
pero siempre trazadas por recorridos curvilíneos regidos por funciones
definibles, no completamente emancipados y combinadas con trazados rectos.
Häring sentía que, aunque una esfera de
metal pulido pueda atraernos desde el punto de vista intelectual, una flor es
una experiencia emocional superior en un orden más elevado de expresión 19.
Una de las características de la forma libre es precisamente su
complejidad. Su libertad. La forma libre no es sólo curva sino que es curva
libre. La estereometría del objeto se hace, por tanto, compleja, como si
rehuyera ser medida y el espacio quisiera ser inefable. Vacío hipogénico.
Concavidad descarada. La forma concoidea de la ameba.
La casa como extensión del cuerpo y la casa como extensión del paisaje.
Si Le Corbusier enaltece lo ortogonal, como la manera de poner orden y
medida al espacio y honra vehemente la aparición de los tres ejes
perpendiculares y el plano. ¿Hasta qué punto un simple sistema de coordenadas
acaba confundiendo la mente del proyectista del siglo XX, permitiéndole, sólo,
concebir la arquitectura como proyección literal de esos tres ejes?
Alfred Korzybski nos habla sobre como los seres humanos percibimos el
mundo a través de abstracciones debido a nuestros condicionamientos culturales
y biológicos, hasta el punto de enunciar su famosa frase “el mapa no es el
territorio”. No es extraño, pues, que las representaciones arquitectónicas del
siglo XX hechas sobre el plano, elemento no curvo, engendren, con más
facilidad, edificios ortogonales. Y a través del plano hayamos proyectado la
arquitectura, en menoscabo de la maqueta, perdiendo un abanico infinito de
posibilidades de diseño. Couëlle y Senosiain usaban en la proyección de sus
obras la maqueta, como sistema imprescindible para concebir, e incluso guiar la
construcción.
Un recorrido histórico concreto de la vivienda, acabó enterrando la
forma curva libre, relegada a lo anecdótico o al edificio público. Pero que la
dirección histórica de lo paralelepipédico sea la generalidad no significa que
esté por investigar si el ser humano se encuentra mejor psicológica y
utilitariamente, habitando espacios de envolvente curva.
La forma y curva libre avanzan respecto a las limitaciones de las formas
geométricas curvas conocidas y tienen la apariencia de entes biológicos, de
órganos.
La acepción más parecida para referirse a estas complejas formas
compuestas por curvas de variados radios de curvatura podría ser la forma
orgánica.
Continuidad
En la obra de Ushida y Findlay existe
una continuidad intencionada en esa forma libre y casi ilimitada que obliga al
habitante a deambular de la casa hacia la calle y al cielo sin casi darse
cuenta 20. La solución de continuidad es patente en esa transición
perfectamente tangencial entre curvas de diámetro diferente y rectas.
Kiesler se refiere a su “casa sin fin”
como “movimiento continuo en el espacio” 21.
En la casa orgánica de Naucalpan (1985)
de Senosiain, la transición de unas estancias a otras es tan suave que es
difícil delimitar donde empieza y acaba una habitación, así como resulta
también muy difícil reducir el conjunto a una suma de partes.
En Lovag o Haüsermann no se sabe dónde
termina la fachada y dónde comienza la cubierta. Son la misma piel, el mismo
“monocasco” o “burbuja”.
Las formas paralelepipédicas están
formadas por planos verticales y horizontales, en cuya conexión media un cambio
de direccionalidad; donde el elemento fachada se puede diferenciar claramente
del elemento cubierta; donde no hay transición progresiva sino interrupción en
los bordes de cada elemento; donde hay una suma de las partes más que una
integración orgánica.
Leonardo
Ricci escribió en Anonymus que la arquitectura necesitaba transformarse de las
concepciones rígidas del espacio, hacia aquellas en donde éste fluyera
libremente 22.
La continuidad y sinuosidad de un
espacio de envolvente curva acaba aportando unidad arquitectónica, y por tanto
unidad formal. Y encontramos que, en la mayoría de los casos observados, esa
continuidad es tan coherente, que, incluso, convierte la piel del edificio en
mobiliario. Esta circunstancia hace difícil el antes y el después de la
arquitectura y del mueble, trasladando el borde final de la arquitectura al
borde final del mueble. La arquitectura, así concebida, prolonga su continuidad
más allá de ella misma, hasta llegar finalmente al aposento, a la ergonomía que
toca el cuerpo humano. Se podría decir que la continuidad es tan radical que
convierte al habitante en parte de esa arquitectura. La forma orgánica acoge al
ser humano orgánico. El primer nivel de contacto con el mundo, el tacto, del
que habla Heidegger 23 se funde con el segundo nivel, el ver. El
mobiliario, lo primero que se ase, se prolonga al espacio, lo que se ve y te
envuelve.
El
arquitecto Douglas Cardinal habla de «envolver» cada función con el volumen y
la forma del respectivo espacio. Los interiores y los accesorios curvilíneos
son el resultado natural de este proceso. Algunos arquitectos consideran que,
para que un proyecto sea de verdad orgánico, ha de tener en cuenta todos los
aspectos, lo cual incluye el mobiliario y la decoración interior 24.
Senosiain, Grataloup, Coüelle, Lovag,
Haüsermann, Ushida- Findlay. Casi todos integran el mobiliario en
sus arquitecturas.
Una arquitectura, así, que convierte lo móvil en inmóvil podría ser el
espacio perfecto para un invidente. Un espacio lleno de referencias e hitos se
haría más fácilmente reconocible. El espacio del tacto se convertiría en el
espacio sin luz, un espacio accesible para todos.
La continuidad es característica de los organismos vivos y eventos
geológicos.
Encontramos una cualidad de continuidad en este tipo de formas
arquitectónicas, una cualidad que emana de una concepción orgánica del diseño y
de un diseño formal con la curva.
Una escala doméstica
En una escala pequeña, la proximidad de la envolvente al contorno del
habitante interacciona a nivel táctil y de espacio existencial con éste,
haciendo obligatoria una concepción ergonómica y no caprichosa. El vínculo
visual con el habitante es patente. Una escala pequeña se hace doméstica y por
tanto siempre arquitectónica. En cuyo caso, la forma libre arquitectónica puede
concebirse desde un sentir orgánico, donde la forma sí que tiene la obligación
de confrontarse con la función.
Boudon explica que la escala concibe la
topología, oponiéndose a la geometría euclidiana. En este sentido, se produce
un cambio de espacio, corte o cambio de escala cuando varía el tamaño de un
espacio, aunque se mantenga su proporción 25. Lo
que convierte verdaderamente en arquitectónico un espacio es la escala humana
en una relación coherente con éste.
Heidegger enuncia que el espacio
concretamente experimentado en que se ha de vivir no tiene ningún carácter
infinito 26. En este sentido una forma arquitectónica hecha a la
escala doméstica realmente está justificando un tipo de finitud del espacio
directamente mensurable y en contraposición a ese carácter infinito (no
limitado) que pueden tener los edificios públicos.
Las envolventes de los edificios
públicos de Niemeyer, Calatrava o Hadid, conocen la forma libre, pero inconexa
con la escala humana en muchas ocasiones. En este contexto es difícil valorar
si su concepción es puramente orgánica o más bien plástica.
Por otro lado, la profusión de líneas rectas, formas prismáticas,
retorcidas y fragmentadas del deconstructivismo, que parecen querer participar
del concepto de forma libre, son ajenas a un sentir orgánico, que, además,
recuerde a formas de la naturaleza próximas en escala a un hábitat útil para el
ser humano. Aquella parte del entorno natural que interacciona con el ser
humano tiene ya mensurada una escala. Son las formas naturales ocluidas en esta
escala las que podemos valorar como útiles para el ser humano. Ni la
maravillosa geometría de lo diminuto ni las imponentes rectas de los icebergs
son formas útiles para la escala en la que se desenvuelve el ser humano.
Concebir una arquitectura orgánica, como respuesta a la naturaleza sigue
pasando por la forma que sigue a la función y no la forma que siga a la imagen.
El sentir orgánico engendra una determinada escala. La escala doméstica
es la escala de la vida humana, es una escala orgánica.
Conclusión y debate
Naturaleza, arquitectura orgánica,
curva y curva libre, continuidad y mobiliario integrado, escala doméstica.
Observamos una concepción de la forma
arquitectónica desde un sentir orgánico, tal y como lo han definido varios
autores a lo largo del siglo XX, entre ellos los precursores de la arquitectura
orgánica y, recientemente, Javier Senosiain, refiriéndose, incluso a la forma.
Cualidades como la continuidad y la
escala humana pueden considerarse como parte de este sentir orgánico y de esta
forma curva libre.
La envolvente espacial de los edificios
expuestos al inicio del artículo es delimitada por una forma de libre
definición, formada por un conjunto de curvas, que se asemejan, en la mayoría
de los casos, a formas naturales geológicas o biológicas, en definitiva cavernas,
vísceras u órganos. Por lo que el término orgánico abarca de manera sintética
una manera de referirnos a este tipo de arquitecturas, desde el punto de vista
formal.
Encontramos que forma y
conceptualización pueden definirse por la misma palabra, orgánico.
El término arquitectura orgánica tiene
su propia definición desde el siglo pasado.
El término forma orgánica es más amplio
y puede referirse a formas no arquitectónicas.
Una conjunción de los términos
imprescindibles puede servirnos de denominativo hasta que se acuñe un término que
los exprese a todos. Por lo que, finalmente, podemos conformar el término de la
siguiente manera:
La forma orgánica arquitectónica.
El reconocimiento de este tipo de
arquitectura con una definición consensuada y propia puede abrir inmediatos
campos de estudio que tomen con rigor y seriedad este tipo de espacios, más
marginados por el devenir de los hechos históricos. Espacios, que según sus
autores proveen a sus moradores de una experiencia del habitar realmente
reconfortante y de un rotundo cobijo, el fin último de la arquitectura.
Creo que describir un término con el
que referirnos a este tipo de arquitectura es un buen comienzo para una
investigación seria en los espacios de la forma orgánica arquitectónica.
Bibliografía y notas
1
"Groupe
International d'Architecture Prospective" (GIAP). El GIAP fue fundado por el crítico Miguel
Ragon y otros autores en 1965. Proponían una concepción “visionaria y
experimental” de la arquitectura. Se desarrolló ampliamente en Francia.
2 ZEVI, Bruno. Storia dell’architettura moderna. (Traducción española de la quinta
edición italiana por Roser Berdagué) Historia
de la arquitectura moderna. Barcelona: Editorial
Poseidon, 1980 p. 241
3 GIEDION, Sigfried. Space, Time and Architecture. Cambridge: Harvard
University Press, 1942. (Traducción española por Isidro Puig Boada). Espacio, Tiempo y Arquitectura. Barcelona:
Editorial Científico-Médica Hoepli, S.L. 1955 p. 432
4 ZEVI, Bruno. Storia dell’architettura moderna. (Traducción
española de la quinta edición italiana por Roser Berdagué) Historia de la arquitectura moderna. Barcelona: Editorial Poseidon,
1980 p. 222/223
6 ZEVI, Bruno. Storia dell’architettura moderna. (Traducción
española de la quinta edición italiana por Roser Berdagué) Historia de la arquitectura moderna. Barcelona:
Editorial Poseidon, 1980 p. 243
7 GIEDION, Sigfried. Space,
Time and Architecture. Cambridge: Harvard University Press, 1942. (Traducción
española por Isidro Puig Boada). Espacio,
Tiempo y Arquitectura. Barcelona: Editorial Científico-Médica Hoepli, S.L.
1955 p. 431
8 ZEVI, Bruno. Storia dell’architettura moderna. (Traducción
española de la quinta edición italiana por Roser Berdagué). Historia de la arquitectura moderna. Barcelona:
Editorial Poseidon, 1980 p. 243/244
9 NORBERG-SCHULZ,
Christian. Existence,
Space and Architecture. Londres: Studio
Vista, 1975. (Traducción
española por Adrian
Margarit). Existencia, Espacio y
Arquitectura. Barcelona: Editorial Blume, 1975. p.104
10 PEARSON, David. New
organic Architecture. Londres:
Gaia Books Limited, 2001. (Traducción española por Isabel Campos Adrados) Arquitectura orgánica moderna. Un nuevo
camino para el diseño urbano y rural. Barcelona: Editorial Blume, 2002. p.14
11 SENOSIAIN AGUILAR, Javier. Bio-arquitectura. México: Editorial
Limusa S.A. Grupo Noriega, 1998. p.53
12 Dice Hugo Häring en
Udo Kultermann. La Arquitectura Contemporánea.
13 ALBERA,
Jiovanni/MONTI, Nicolas. (Traducción Carola Moreno) Casas mediterráneas. Italia. Barcelona: Editorial Gustavo Gilli,
S.A., 1992 p. 108
14 ZEVI, Bruno. Storia dell’architettura moderna. (Traducción
española de la quinta edición italiana por Roser Berdagué).
Historia de la arquitectura moderna. Barcelona:
Editorial Poseidon, 1980 p. 440
15 SENOSIAIN AGUILAR, JavierBio-arquitectura. México: Editorial
Limusa S.A. Grupo Noriega, 1998. p.166
16 CALDUCH, Juan. Espacio y lugar. Temas de composición
arquitectónica. Alicante: Editorial Club Universitario, 2001. p. 31/32
17 NORBERG-SCHULZ, Christian. Existence, Space and Architecture. Londres: Studio Vista, 1975. (Traducción
española por Adrian
Margarit). Existencia, Espacio y
Arquitectura. Barcelona: Editorial Blume, 1975. p.23
18 SENOSIAIN AGUILAR, Javier. Bio-arquitectura. México: Editorial
Limusa S.A. Grupo Noriega, 1998. p.56
19 PEARSON, David. New
organic Architecture. Londres:
Gaia Books Limited, 2001. (Traducción española por Isabel Campos
Adrados), Arquitectura orgánica
moderna. Un nuevo camino para el diseño urbano y rural. Barcelona:
Editorial Blume, 2002. p.43
20 2G. Revista
Internacional de Arquitectura. International architecture review. Revista nº6. Barcelona:
Editorial Gustavo Gili, 1998 p.30
21 Palabras extraídas de LUQUE BLANCO, José Luis.
Frederick Kiesler y el teatro de
vanguardia. Segovia: Universidad
22 SENOSIAIN AGUILAR, Javier. Bio-arquitectura. México: Editorial
Limusa S.A. Grupo Noriega, 1998. p. 163
23 CALDUCH, Juan. Espacio y lugar. Temas de composición arquitectónica. Alicante: Editorial
Club Universitario, 2001. p. 57
24 PEARSON, David.
New organic Architecture. Londres: Gaia Books
Limited, 2001. (Traducción española por Isabel Campos Adrados) Arquitectura orgánica moderna. Un nuevo
camino para el diseño urbano y rural. Barcelona: Editorial Blume, 2002. p.16.
25 BOUDON, Philippe. Sur
l’espace architectural. Dunod, 1971 (Traducción por C.C. de Ciga). Del espacio arquitectónico. Buenos Aires:
Editorial Victor Lerú, 1980 p. 74-75
26 CALDUCH, Juan. Espacio y lugar. Temas de composición arquitectónica. Alicante: Editorial
Club Universitario, 2001. p. 31/32
27 Dibujo hecho por el autor Héctor-Luis Conesa
Hernández 30/01/2013
28 Les Casetes del Moros del alto Clariano en
Bocairent (Valencia) Espacio curvo
orgánico puro excavado en la roca de la montaña.
Composición
de fotografías, hechas, por el autor Héctor-Luis Conesa Hernández 01/05/2010
Planos de planta de la hecocasa. Planta baja (izquierda). Planta alta (derecha)
Conoce el despacho de arquitectura que antecedió a esta arquitectura: Arena Arquitectura